miércoles, 27 de enero de 2010

numeros en ingles del 1 al 100

NÚMEROS EN INGLÉS: DEL 1 AL 100.

1 one
2 two
3 three
4 four
5 five
6 six
7 seven
8 eight
9 nine
10 ten
11 eleven
12 twelve
13 thirteen
14 fourteen
15 fifteen
16 sixteen
17 seventeen
18 eighteen
19 nineteen
20 twenty
21 twentyone
22 twentytwo
23 twentythree
24 twentyfour
25 twentyfive
26 twentysix
27 twentyseven
28 twentyeight
29 twentynine
30 thirty
31 thirtyone
32 thirtytwo
33 thirtythree
34 thirtyfour
35 thirtyfive
36 thirtysix
37 thirtyseven
38 thirtyeight
39 thirtynine
40 forty
41 fortyone
42 fortytwo
43 fortythree
44 fortyfour
45 fortyfive
46 fortysix
47 fortyseven
48 fortyeight
49 fortynine
50 fifty
51 fiftyone
52 fiftytwo
53 fiftythree
54 fiftyfour
55 fiftyfive
56 fifty-six
57 fiftyseven
58 fiftyeight
59 fiftynine
60 sixty
61 sixtyone
62 sixtytwo
63 sixtythree
64 sixtyfour
65 sixtyfive
66 sixtysix
67 sixtyseven
68 sixtyeight
69 sixtynine
70 seventy
71 seventyone
72 seventytwo
73 seventythree
74 seventyfour
75 seventyfive
76 seventysix
77 seventyseven
78 seventyeight
79 seventynine
80 eighty
81 eightyone
82 eightytwo
83 eightythree
84 eightyfour
85 eightyfive
86 eightysix
87 eightyseven
88 eightyeight
89 eightynine
90 ninety
91 ninetyone
92 ninetytwo
93 ninetythree
94 ninetyfour
95 ninetyfive
96 ninetysix
97 ninetyseven
98 ninetyeight
99 ninetynine
100 one hundred


Fuente: http://www.pilarcordoba.com/1eso/numeros.pdf

jueves, 14 de enero de 2010

El Minimun Vital (Alberto Masferrer)

EL MÍNIMUN VITAL
Por el simple hecho de ser traído a la existencia, un niño adquiere plenos derechos a la vida íntegra, y todas las fuerzas familiares y sociales deben subordinarse a la necesidad de procurarle esa vida íntegra. Sus padres, la Comuna, la Provincia, el Estado, han de constituir para él una cuádruple paternidad, a fin de que esa vida que se inicia adquiera su máxima potencialidad, y llegue a ser un día la justificación de sus progenitores, del medio social que le formó, y la redención de aquellos entre quienes va a florecer.
El niño, decimos, es el perdón de hoy y la purificación del mañana: sólo en él cabe el mejoramiento visible y trascendente de la sociedad; sólo en él alcanzan su realización las esperanzas y los anhelos de acrisolamiento. Es el verdadero torbellino que organiza la vida, atrayendo para organizaría, los elementos más puros del ambiente social y cósmico. Es un centro de cristalización, al cual afluyen las fuerzas vivas y renovadoras que forman el río perenne de la vida.
Pero llega un momento en que el niño se hace hombre, se convierte en UN TRABAJADOR; es decir, en una fuerza que actúa y da vida. De simple estanque adonde todas las aguas venían a verterse para henchirle y colmarle, se ha convertido en manantial de donde las aguas emanan y parten a henchir y colmar otros estanques. Ayer recibía únicamente hoy da y da con creces; da mucho más de lo que recibe, pues de otra manera sería imposible la continuación y la subsistencia social. Trabajador, significa, pues, uno que da, en proporción mayor de lo que se le da; es uno que, además de retribuir, recompensa.
Ahora bien, ¿qué es lo que yo doy cuando trabajo? DOY MI VIDA. Literal y esencialmente, el que da su trabajo da su vida. Trabajo no es sino una palabra que expresa brevemente este hecho complicado, trascendental e inconmensurable: dar uno, la vida acumulada en sí. Es el mismo fenómeno de la tierra, que se da en forma de árbol, y del árbol que se da en forma de fruto; del mar, que se da en forma de nube; de la nube, que se da en forma de lluvia; de la lluvia, que se da en forma de manantial.
O sea, que toda obra es colectiva; que todo lo hacemos entre todos, y que, puesto que todos vertemos nuestras vidas en la obra común, todos tenemos derecho a que se nos devuelva, siquiera en porción mínima, en la de Mínimum Vital, aquello que hemos dado: nuestro trabajo, nuestro YO.

Dictadura militar cafetalera conservadora

LA DICTADURA MILITAR-CAFETALERA CONSERVADORA
1932-1944

La Fuerza Armada, en el momento del ascenso de Martínez, no era una institución plenamente consolidada y profesional. Si bien se habían hecho esfuerzos en su profesionalización durante las tres primeras décadas del siglo, de hecho era una fuerza rudimentaria, compuesta de tres ramas: el ejército, la Guardia Nacional y la Policía Nacional. Las tres ramas juntas sumaban 3.500 efectivos. Las unidades individuales eran muy pequeñas. Por ejemplo, el primer regimiento de infantería asentado en San Salvador, y que tuvo un rol importante en el golpe de estado que llevó al poder a Martínez, tenía sólo 120 efectivos. De las tres fuerzas, la Guardia Nacional, formada y modelada al estilo de la Guardia Civil española, era la fuerza "élite" en el sentido que sus miembros eran tres veces mejor pagados que el resto de soldados del ejército, así como los mejor equipados y armados. Lo mismo se puede decir de la Policía Nacional, aunque estaba menos equipada que la Guardia. Las diferencias entre el ejército y las fuerzas de seguridad llegaron a ser evidentes en el momento de la rebelión campesina, cuando algunos oficiales del ejército tuvieron que desarmar a sus tropas para evitar que se pasaran al lado de los comunistas.
De las tres fuerzas, la Guardia Nacional fue la más alineada con los poderosos grupos cafetaleros. Formada en 1912, la Guardia, sirvió particularmente para apoyar el código agrario de 1907, que prohibía la organización sindical entre los trabajado¬res del campo. También tomó parte en varias funciones administrativas para auxiliar a los terratenientes locales. Las unidades locales de la Guardia recibían salarios suplementarios de los terratenientes, en una especie de relación mercenaria.
Al principio los miembros de la oligarquía cafetalera tenían dudas y temían de Martínez y los militares. Algunos elementos de la oligarquía estaban desconcertados por el hecho que Martínez accediera al poder, debido sobre todo a la postura populista que éste había adoptado durante la campaña presidencial de 1931. Además, Martínez era de origen humilde y mestizo, en contraste con los blancos y ricos criollos que habían gobernado a El Salvador en el pasado. También era conocido por sostener puntos de vista religiosos poco ortodoxos y había publicado numerosos libros sobre teosofía y ocultismo antes de asumir la vicepresidencia en 1931.
Algunas de las políticas nacionalistas de Martínez, a pesar de que posteriormente probaron ser efectivas para estabilizar la economía, fueron inicialmente recibidas con escepticismo por los cafetaleros. Las políticas de Martínez en última instancia favorecieron a los productores de café a expensas de los banqueros. El 27 de febrero de 1932, Martínez acordó no seguir pagando el empréstito norteamericano. Los banqueros norteamericanos protestaron ante su gobierno por tal medida y pidieron una intervención más enérgica contra la nación deudora. El gobierno norteamericano contestó a los banqueros que no podía hacer nada pues no tenía relaciones reconocidas con El Salvador. Otra medida de Martínez fue decretar la Ley Moratoria, que era un golpe a los banqueros y los beneficiadores que tenían en su poder la mayor parte de la propiedad territorial del país. Los terratenientes ahora se apoyaban en el gobierno y no en los acreedores para mantener la propiedad de sus tierras y para tener acceso a los créditos. Con la Ley Moratoria se permitía a quienes tenían sus propiedades hipotecadas pagar únicamente los intereses, que por ese mismo acuerdo habían sido disminuidos hasta el seis por ciento anual.
Otro de los decretos importantes fue la Ley de Prenda Agraria, que obligaba a los bancos a realizar préstamos a los caficultores con una serie de protecciones que nunca antes se habían establecido. Posteriormente se les prohibió a los bancos que siguieran emitiendo la moneda y, con ayuda de los banqueros ingleses, se creó un Banco Central de Reserva que centralizó la función emisora. Este banco comenzó a hacer préstamos a los caficultores, con lo cual entró en competencia con los bancos comerciales.
Con la creación del Banco Hipotecario, que se forma con acciones de la Asociación de Cafetaleros y la Asociación de Ganaderos de El Salvador, se buscaba que los propietarios con deuda hipotecaria no estuvieran permanentemente encade¬nados a los bancos y beneficiadores o exportadores que poseían hipotecas. Este nuevo banco adquirió la deuda de los propietarios anteriores a la Ley Moratoria, con lo cual los bancos perdieron una gran entrada de intereses.
Todas estas medidas y otras que se implementaron, tuvieron como resultado el que los productores se orientaran más hacia la actividad estatal que al sistema bancario y crediticio comercial y privado.
Otro aspecto que caracterizó al régimen de Martínez fue la oposición que enfrentó por parte de los Estados Unidos. En un primer momento los militares que derrocaron a Araujo, se vieron obligados a entregar el poder al General Martínez, en ese momento Vicepresidente constitucional, debido a las presiones de los Estados Unidos que, con base a los Tratados de Washington de 1923, negaba el reconoci¬miento a los gobiernos centroamericanos surgidos de golpes de estado o que hubieran tomado el poder por la fuerza. Posteriormente, los Estados Unidos le negaron el reconocimiento a Martínez, ya convertido en presidente, porque éste tampoco reunía las condiciones que estipulaban los Tratados de Washington. Estados Unidos, presionó al nuevo gobierno para que dejara el poder, pero éste resistió la presión norteamericana y se mantuvo casi dos años en contra de la voluntad norteamericana que había logrado que el resto de países centroamericanos, los europeos más importantes, también le negaran su reconocimiento al "régimen de facto".
Un hecho crucial que influyó en el acceso y consolidación de Martínez en el poder, fue precisamente el levantamiento popular de 1932. Cuando por presión de íos Estados Unidos los oficiales del ejército se habían puesto de acuerdo para ceder la presidencia ai Coronel Ascencio Menéndez. Quien había ocupado un cargo durante el gobierno anterior, pero que se encontraba en Europa cuando se realizó el golpe de estado en contra de Araujo, la insurrección campesina se manifestó en todo su apogeo. Esto tuvo un efecto político inmediato. En el segundo día del levanta¬miento, el Directorio Militar, al cual los diplomáticos de Estados Unidos habían estado presionando para reemplazar a Martínez, le transfirió totalmente el poder ejecutivo. Por su parte, los Estados Unidos retiraron sus esfuerzos para desalojarlo, ya que removerlo podría minar la unidad de los militares.
Con el aplastamiento de la rebelión, Martínez logró aglutinar al grupo social dominante de los cafetaleros en torno al Estado. También unificó a los militares, quienes abandonaron el propósito de instaurar un nuevo régimen, y a los grupos urbanos que vieron aterrorizados la entrada de los campesinos a la ciudad. La base de apoyo de Martínez se amplió, pero Estados Unidos mantuvo su posición de no-reconocimiento.
Después de la matanza, las élites empresariales realizaron una defensa cerrada del derecho de Martínez para ocupar constitucionalmente la Presidencia de la República y orquestaron una campaña internacional para presionar a Estados Unidos a reconocer el nuevo gobierno. Publicaron manifiestos con cientos de firmas, en las que aparecían los más destacados hombres de negocios salvadoreños, en apoyo a Martínez. El ejército también hizo pública su adhesión incondicional. Se contrataron abogados internacionalistas para que expusieran ante el Congreso Norteamericano la legalidad del gobierno salvadoreño. Inglaterra, en contra de los deseos de Estados Unidos, terminó el 17 de septiembre de 1932 reconociendo a El Salvador, justo unos días antes que terminara un contrato comercial entre ambos países. Entre septiembre y noviembre de ese año, casi todos los países europeos ya habían reconocido a Martínez, quien fue muy hábil en el manejo de los convenios y contratos comerciales internacionales para ese propósito. Ningún país centroameri¬cano o latinoamericano reconocía a El Salvador, mientras Estados Unidos no diera la orden de hacerlo. México, con su Doctrina Estrada, fue la excepción.
Martínez, apoyado por los caficultores, los exportadores y beneficiadores y ban¬queros ingleses, anunció que se mantendría en el poder no obstante la oposición de los norteamericanos. Los manifiestos públicos de los sectores empresariales hacían énfasis en que no había necesidad de tener el reconocimiento norteamericano. Esta postura se explicaba porque los negocios más importantes de los grupos dominantes continuaban haciéndose con Europa (Cfr. Guidos Vejar 1980).
A pesar de que Estados Unidos continuó hasta 1934 sosteniendo su posición de no-reconocimiento, el tono de sus comunicaciones con el General Martínez cambió y Estados Unidos suspendió medidas activas para derrocar al gobierno salvadoreño. El éxito de Martínez en evitar una intervención directa de los Estados Unidos reforzó sus credenciales con la élite civil salvadoreña y contribuyó a una aspecto de la ideología política de la derecha salvadoreña, además del anticomunismo exacerbado que la caracteriza: el nacionalismo. Con la matanza, El Salvador llegó a ser uno de los pocos países centroamericanos y del Caribe de la época en sobrevivir a un levantamiento popular sin sufrir la intervención militar de los Estados Unidos. Esta independencia llegó a constituirse en un punto de orgullo nacionalista y una fuente de fricción entre los derechistas civiles y los militares cuando posteriormente, en la década de los ochenta, los militares salvadoreños se alinearon estrechamente con los Estados Unidos a expensas de los intereses de las clases económicamente poderosas.
A pesar de que Martínez tenía dotes de caudillo, él representaba a los militares como institución. El creciente control del Estado por parte de Martínez, significó al mismo tiempo una expansión del militarismo y un rol activo de las fuerzas armadas en las políticas de la nación. De acuerdo a Rubén Zamora, el proceso de militariza¬ción que se realizó en la época de Martínez, significa no sólo un "desarrollo hipertrófico del aparato represivo del Estado, sino que se convirtió en una de las constantes de nuestra vida política hasta el presente. Este hecho ha sido la base sobre la cual se ha ido desarrollando un Estado crecientemente autónomo, el cual no sólo ha crecido cuantitativa y cualitativamente, sino que ha ido desarrollando cada vez más su capacidad de actuar políticamente" (R. Zamora 1976:518).
La permanencia y las consecuencias de los eventos de 1932 como base del militarismo resultó en parte de la naturaleza de la rebelión y de las lecciones que las élites civiles aprendieron de ella. El hecho de que la única experiencia de El Salvador con reformas sociales y movilización popular terminara en una insurrección conducida por seguidores de la Internacional Comunista, influenció profundamente las actitudes populares y de la élites hacia la reforma y el cambio social. Desde el punto de vista de los grupos económicos dominantes, -los reformistas, durante las presidencias de Romero Bosque y Araujo, habrían creado un espacio político para la oposición, cuyo resultado fue una rebelión liderada por los comunistas. La mayoría de miembros de las clases más ricas aprendió de los hechos de 1931 y 1932 que el reformismo y una oposición organizada abre las puertas a la revolución. La consecuencia política de esto fue que el único camino para prevenir una revolución era negar cualquier espacio político para el reformismo de élites o para la moviliza¬ción popular. Y este comportamiento se reflejó en las décadas siguientes.
La necesidad política de la exclusión y la represión, asumida por las clases altas, más su disposición a dejar el gobierno en manos de las fuerzas armadas, revirtió la tendencia de finales de los veinte hacia una mayor participación de las élites civiles en los asuntos de la política nacional. A partir del 32, la oligarquía cafetalera manifestó un repliegue político delegando en los militares la conducción del aparato estatal. Aun cuando permanecieron una gran cantidad de intelectuales civiles identificados con los cuadros tradicionales de los regímenes anteriores, el control del grato estatal quedó completamente en manos del ejército nacional.
El Estado, bajo el control de los militares, realizó una serie cambios en las instituciones y en los procedimientos de gobierno, e implemento una serie de medidas económico-sociales modernizadoras, con el fin de conservar la dominación cafetalera. Todo lo cual significó un cambio en el régimen político que, asumiendo la caracterización de Nicolás Mariscal (1979), lo tipificamos como una dictadura militar-cafetalera conservadora.
En los 50 años siguientes, los poderosos grupos empresariales encontraron que su apoyo al militarismo contradecía su propia oposición a las reformas y al cambio social, especialmente cuando los líderes militares buscaron ganar más apoyo popular y legitimidad o cuando intentaron promover modelos de desarrollo distintos del liberalismo de laissez faire que la élite civil prefería. A través de aliados dentro de la Fuerza Armada, la élite empresarial derrocó al régimen de Martínez, bloqueó las aperturas políticas y las reformas económicas en los años sesenta y los setenta, y apoyó una política de asesinatos masivos contra opositores políticos, ejecutada por las fuerzas armadas, a finales de los setenta y principios de los ochenta.

EL MILITARISMO EN LA DICTADURA DE HERNÁNDEZ MARTÍNEZ
Los oficiales militares que establecieron la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez en octubre de 1931 estaban convencidos que el gobierno civil de Arturo Araujo era incapaz para controlar el crecimiento de las fuerzas políticas que amenaza¬ban la existencia del Estado salvadoreño y que carecía de autoridad para adoptar medidas drásticas y enfrentar el impacto de la depresión. Pero incluso antes del golpe, durante el difícil momento económico y social cuando se tuvieron elecciones presiden¬ciales a comienzos de 1931, el gobierno civil conservó el ejército como pilar principal de la estabilidad. Más específicamente, se distinguió a la Guardia Nacional como una garantía particularmente importante para las instituciones del estado y de los derechos e intereses de los individuos.
Por consiguiente, la instalación de Hernández Martínez como presidente no alteró la estructura de la fuerzas armadas ni incrementó el presupuesto militar en términos absolutos o relativos. La insurrección campesina en el occidente de El Salvador, en enero de 1932, sofocada con relativa facilidad en un mar de sangre por e! ejército y los grupos paramilitares, demostró a todos la enorme ventaja, en términos de poder de fuego (especialmente de las ametralladoras), de la Fuerza Armada y de la Guardia Nacional. Lo que cambió rápidamente con Hernández Martínez fue la presencia de oficiales militares en numerosos puestos gubernamentales y el establecimiento de un sistema de partido único, simpatizante por un tiempo del partido Nazi alemán.
Walter, K. y Williams, P., "El ejército y la democratización en El Salvador" en ECA Nº. 539 (1993), pp. 815-816.

La Ultima Guinda (José Rutilio Quezada)

La Última Guinda (José Rutilio Quezada)

Reseña


La Última Guinda es una novela salvadoreña de tendencia izquierdista, escrita José Rutilio Quezada. El tema sobre el que gira la obra es la vida de una joven salvadoreña, quien aspira estudiar Medicina en la Universidad Nacional. Su vida tranquila da un giro de 180 grados cuando sus estudios se ven frustrados debido a los constantes disturbios de la Universidad Nacional. Esto lleva a su madre a tomar la decisión de viajar a Estados Unidos, un viaje del cuál la protagonista decide regresar renunciando al asilo político para luchar por la causa de la guerrilla en El Salvador.



La obra inicia en la antesala de la guerra, los primeros grupos guerrilleros se están formando y ocurren las primeras matanzas por parte del gobierno. Se mencionan eventos característicos de los años setenta, como la celebración de Miss Universo. Dicha celebración es satirizada con la siguiente frase “Miss Universo, otro intento de penetración yanqui. La oligarquía se divierte viendo cueros mientras el pueblo anda en cueros”. El autor no participa en la obra, por ese motivo crea una gran cantidad de personajes con que nos podemos imaginar fácilmente sin mayor descripción, tales como “El viejo verde de la esquina”, “El Choco Fred”, “Cornelia, la vieja chambrosa”. No obstante José Rutilo Quezada menciona a personajes secundarios muy variados, desde profesores de universidad hasta campesinos orejas. La narración de la obra es realizada en primera persona de parte de la protagonista: Zenaida.



Los personajes de la obra son ficticios, sin embargo es fácil imaginarnos que hubieron personas con experiencias similares durante la guerra. Los eventos políticos y sociales que se narran en la novela son ciertos, también los lugares donde ocurren los eventos existen o existieron en realidad en el país. Muchos eventos históricos del país, que antes veíamos completamente ajenos, tan solo como unos párrafos en los libros de sociales, dejan de serlo tras leer la obra, ya que se interna la experiencia de haberlos vivido tal como lo describen los personajes de la obra.



La novela gira alrededor de la guerra, sin embargo ésta no se vuelve una narración monótona ya que José Rutilio Quezada logra incorporar en una misma novela los temas del amor, la guerra, la muerte y la emigración de manera casi perfecta en que es difícil distinguir donde comienza un tema y termina el otro. De hecho, el no hace distinción.



Ya que la obra abarca muchos aspectos de la vida salvadoreña, desde la vida universitaria y profesional hasta la vida guerrillera. El lenguaje utilizado por los personajes varía, desde palabrerío complejo como “Una gruesa cutícula a base de celulosa les permite retener el agua en los tejidos evitando la transpiración excesiva” (p. 47), dicho por un profesor de la Universidad Nacional al referirse a los cactus del desierto; hasta frases coloquiales como “Párese un ratito para darle una sobada” (p. 112). Es esta variedad la que hace peculiar la lectura de esta obra.



La amplia variedad de temas tratados en la obra y el extenso vocabulario utilizado por el vocabulario hace al lector tener la satisfacción de “saber que se conoce algo más” al finalizar la obra. Entre los conocimientos que aporta esta obra al público en general están muchos detalles de cultura general, tecnicismos utilizados por la guerrilla y eventos históricos del país.



Una de las características de la obra es que está escrita sin respetar el orden cronológico de los eventos, se llevan constantemente hasta tres etapas de la vida de la protagonista simultáneamente. Su vida en la universidad, su vida como combatiente y su vida cuando huye del país junto a su madre. Para complicar más el orden de los eventos, muchas de las escenas en el campo de batalla están plagadas de constantes “flashbacks”. No es hasta llegar al final de la obra que todas estas historias se entrelazan y se comprende el orden en que realmente ocurrieron los eventos. Esto sin embargo no es el punto débil de la obra, ya que el lector experimenta un grato sentido de satisfacción al comprender gradualmente como las diversas narraciones en tres períodos de tiempo distintos terminan uniéndose. Al contrario de una obra tradicional, en la cuál solo existe la duda de “¿qué ocurrirá después?”, José Rutilo Quezada plasma la novela de una manera tan peculiar que nos genera muchas interrogantes durante la lectura “¿cuál evento pasó antes?”, “¿cuál ocurrió después?” y “¿qué ocurrió entre ambos eventos?”.



Conforme avanza la obra empezamos a conocer que la Universidad Nacional es cerrada, que el novio de la protagonista (Zenaida) se une a las fuerzas combatientes. Y que con dolor Zenaida y su madre escapan del país con rumbo hacia Estados Unidos, pero no logran culminar su trayecto y regresan al país.



Desde la mortal demostración de estudiantes, Sabino, el novio de Zenaida se separa de ésta y el único contacto que mantienen durante un largo período es una carta, que Zenaida cargó consigo todos los días del resto de su vida. Hasta que la bala de un soldado atravesó la carta y su corazón, culminando con la vida de la protagonista mientras los remanentes de la sangre se entrelazaban con las últimas gotas de vida de la sangre de su corazón.



Un día Sabino regresa del campo de batalla y se refugia en el apartamento de Zenaida y su madre. Una vecina llamada Cornelia se percata que algo extraño ocurre y los denuncia con la Guardia Nacional. Sin embargo Sabino conocía el peligro en el que colocaba a su novia y su suegra, por lo que oportunamente escapó antes que llegara la Guardia.



Es esta situación la que lleva a su madre y Zenaida huir del país. Tras una larga jornada en bus, hasta el norte de México y luego atravesar el desierto. Fatídica jornada en la que mueren muchos tras ser abandonados por los coyotes. Zenaida se salva, junto a otros pocos, pero su madre muere. Fue encontrada al borde del delirio en el desierto, mascando la planta del cactus para obtener un poco de agua. El gobierno norteamericano decide otorgarle asilo a ella y sus compatriotas que viajaban con los coyotes. Sin embargo Zenaida, durante su período de recuperación en un hospital fronterizo, decide que su destino está en El Salvador.



Aquí es cuando Zenaida decide unirse a la guerrilla, en parte con la esperanza de volver a ver a su novio Sabino. En la guerrilla Zenaida debe acostumbrarse a un nuevo estilo, y debe dejar aparte todas sus costumbres de “burguesita”, como la llama Sabino, nótese que para Sabino, vivir con estilo de “burguesita” significa vivir en uno de los edificios multifamiliares de la colonia Montserrat.



Y es que Zenaida, aunque hija de padres muy humildes, siempre la trataron de manera diferente. La llevaron a la Escuela y luego a la Universidad. Siempre la criaron como alguien especial, y no como sus vecinos de la ‘quebrada’ que andaban descalzos y sucios. Por esto Zenaida tenía un aire de orgullo frente a sus compañeros, era segura de sí misma. Sabía que su destino no estaba en ser pobre, siempre aspiró a más: a ser médico. Sus aspiraciones, no obstante, nunca fueron completadas. Decidió luchar por el país, por ideales que al final no estaba segura que existieran. Tan solo lo hacía esperando el reencuentro con Sabino.



Es en las filas de la guerrilla cuando conoce a Andrea, Comandante Fabián, Orlando, Ballesttas y otros. Con los que vivirá y compartirá sus últimos tres años de vida. Tras participar en combates, la mayoría se encuentra cansado de la guerra, pero muy pocos se atreven a pedir el diálogo.



Las personalidades de sus “compas” son muy variadas, por ejemplo el Comandante Fabián estaba de cierta manera enamorado de Zenaida; Orlando era de lo más radical y asesinaba sin piedad mientras el Dr. Ballestas jamás puso un dedo sobre el arma. Andrea, sin embargo, fue el personaje más importante para Zenaida en su vida en la guerrilla, ya que ella trató a la protagonista con mucho cariño. Con amor de hermanas, como lo describe José Rutilio Quezada. Lo único que jamás logró influir en Zenaida fue en su posición de espera hacia Sabino, a la única persona que pensaba entregarse completamente. Sin embargo, esto nunca ocurrió.



El paradero de su novio queda en duda, ya que estaba planeado que se unieran ambos bandos en Guazapa. Pero en realidad nunca se unen ya que quedan rodeados por el ejército. Zenaida es la última de su grupo en morir. Sus últimas palabras fueron “¡Ay Dios mío… Me arrepiento… Perdóname!” (p. 260)


Fuente: http://www.listasal.info/articulos/libros/ultima-guinda.shtml